Por: Andrés García (EVARISTO)
Me avisaron que había llegado Santa Elena, Carmelo y yo le rezamos a San Cristóbal y a San Antonio de Prado y en Palmitas subimos a la montaña más alta logrando una Alta Vista. Empezamos a divisar, vimos que desde Palmitas se veía tanto que veíamos hasta Suiza y como había llovido mucho, estaba un poquito Sucia y emprendimos a caminar hasta que encontramos unas Guayabalas muy dulcecitas al ladito de una Volcana, de repente empezó a ventear, sentimos una Frisola que nos hizo entrar a La Aldea más cercana. Allí vivía una doña muy encopetada que se llamaba Miserenga, que fue una Potrera toda su vida; Ella nos indicó que para llegar a la finca de San Cristóbal debíamos caminar hasta la Palma que a lo lejos se veía.
Caminando, caminado llegamos a un Patio lleno de frutas, había un Uvito y un Naranjal llenito, llenito pero Carmelo como era tan Boquerón, sacó la Cuchilla y empezó a pelar y naranjas devorar, yo mientras tanto me senté en el Pedregala la Montaña contemplar, con la Ilusión de algún día como un Pajarito poder volar.
Pensábamos en seguir el viaje pero salió San José de la Montaña y nos dijo: Que quería venir con nosotros, pero no podía pues acababa de llegar de un paseo por las Playas, él nos recomendó subir La Loma para ganar Travesías.
Nosotros nos encomendamos a San Antonio de Prado, subimos y pasamos por una Montañita con un Potrerito, hasta que llegamos a la tienda El Astillero, en donde habían dos mesas, una roja y una verde, nosotros nos sentamos en La Verde que por cierto era muy Florida, en ella nos tomamos un jugo que sabía muy Salado y nos dimos cuenta que era de Yarumalito.
Descasamos un ratico y cuando salíamos se nos volvió a aparecer San José y nos dijo:
“No me aguanté las ganas de venir y cogí mi Buga y los alcancé ya que tengo en el Corazón la Esperanza de conocer el Jardín de San Pablo” nos montamos en la Buga de San José y arrancamos otra vez.
Más tarde pasamos por El Morro, nos dimos un baño en unas Aguas frías y por fin llegamos a otro Patio Bonito que era el Jardín de San Pablo. Pero sin avisar la noche nos tomó por sorpresa y en el firmamento asomó la Media Luna; comenzó el frio y se nos congelaron Las Palmas de las manos. Cogimos Barro Blanco y Piedras Blancas y en el Plan armamos un fogón luego cogimos un Mazo de un Árbol Matasano y lo echamos a la hoguera. En el momento nos calentamos con mucho Placer, quedándonos dormidos sobre una Piedra Gorda.
Y entre el frenesí natural, soñamos lo triste que sería la ciudad de la eterna primavera sin corregimientos ni sus veredas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario